El cañonazo, reseña en Revista Literatil

El cañonazo es una divertida y algo rocambolesca historia sobre una poco convencional familia circense que lleva 30 años manteniendo un circo a base del número del hombre-bala que el abuelo de la familia y fundador del circo creó de forma casual.

Mathilde ha convivido toda su vida, es decir, doce años, con la historia de la desaparición de su abuelo, a quien ni siquiera conoció. Pero un día, de una forma muy casual, descubre que a lo mejor la historia que le han contado no fue exactamente lo que sucedió en realidad.

El personaje de Mathilde es un punto fuerte en esta novela: es el alma de la historia. Su desparpajo, su osadía, su inteligencia y el amor por su familia y la vida de circo la convierten en un personaje entrañable que se gana al lector de inmediato. 

La novela es de principio a fin un evidente homenaje al circo, a las personas que lo habitan y lo hacen posible, que convierten su oficio en una forma de vida; también es una constatación de los sacrificios que a veces uno tiene que hacer por la familia (circense o no). Es también un retrato de una familia nada típica que pese a todo está bien avenida, y de las relaciones entre ellos, especialmente, incluso cuando la pérdida de memoria se interpone. Y, sobre todo, es homenaje a los abuelos, tanto a los que han convivido con nosotros siempre, como a aquellos a los que solo conocimos a través de los recuerdos de otros. Las situaciones tan alocadas que rozan el surrealismo se contrarrestan con estos personajes dotados de gran verosimilitud y realismo. 

Las voces de Fernando Lalana y José Videgaín se compenetran a la perfección formando una sola a la que da personalidad la aportación gráfica de Raúl Salazar a través unas ilustraciones de perfil grueso y colores sólidos con un estilo muy de cómic.

Reseña publicada en Revista Literatil.