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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Leopoldo, el pequeño monstruo, de Estefanía Padullés, en Literatil

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  Leopoldo es un monstruo dulce y alegre, y pequeño: Leopoldo es el monstruo más pequeño de la clase. Es por eso por lo que odia ir a la escuela: como no llega a los sitios altos como los demás, sus compañeros se burlan de él. Lo que a Leopoldo le gusta de verdad son los fines de semana, especialmente cuando su tío Evaristo (un monstruo tan grande que no puede salir del lago en el que vive) viene de visita. Leopoldo puede pasar horas hablando con su tío y puede hablar de todo con él, por eso le cuenta el motivo por el que no le gusta ir al colegio. El tío Evaristo es poderoso por su enorme tamaño, pero, para sorpresa de su sobrino, no siempre se sintió tan seguro de sí mismo y también odiaba ir a la escuela. Leer en Literatil.

Lupas y Nanai. Un misterio de aire; Lupas y Nanai. Un misterio de agua, de Diego Arboleda y Ana Zurita, Literatil

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        A través del humor inteligente y un magnífico dominio de la lengua (sus señas de identidad), Diego Arboleda logra con maestría un equilibrio perfecto entre los datos históricos, las curiosidades y la ficción más imaginativa, dando como resultado una narrativa ágil y tremendamente entretenida que engancha desde la puerta de entrada. Leer en Literatil.

El amor por los libros no se impone. Mi reflexión personal sobre la lectura en la Revista Babar

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Maurice Sendak,  Reading is Fun  (1979) Yo no leía de niña, y si tenía que hacerlo, no lo disfrutaba. Odiaba leer. En mi casa no éramos muy lectores. Había algunos libros, sobre todo libros de medicina de mi padre, algunas enciclopedias y diccionarios, y alguna colección de clásicos, pero estaban como desperdigados, sin un lugar fijo y específico para ellos. Lo que yo tenía en mi habitación eran principalmente esos libros bautizados con el gran eufemismo de «lecturas de prescripción», es decir, «lecturas de obligación» que teníamos que comprar para el colegio: qué maravilloso es leer en la etapa escolar y con qué impunidad el sistema educativo lo convierte en la mayor de las torturas. Al menos para mí. Recuerdo con claridad cristalina la angustia indescriptible que me provocaba tener que leerme un libro entero sobre el que después me harían preguntas y me examinarían para ver si realmente me lo había leído. Ojo, para comprobar que me lo había leído, lo de entender y asimilar lo que ley